ADVERTENCIA- Leer este blog no sirve como vacuna contra NINGUNA enfermedad, por ejemplo:

Gripe A , Escorbuto, Poliomielitis, Sarna, Piojuelo

¿Por qué Luisito Suárez no seleccionó a Luis Milla para Italia 90?

viernes, 22 de octubre de 2010

Cuento infantil: La rana azulgrana y el caballito nihilista (Tercera parte)

El malvado príncipe decidió entonces llevar a la hechizada princesa, la ranita parlante y la chica que estaba de pegote a su castillo encantado, en la lejana y mágica tierra de Parla; un lugar muy muy remoto al que muchos niños iban en moto, pero ellos fueron en Cercanías.

Al malévolo príncipe no le gustó nada tener que pagar el billete de Alma, que no pintaba un huevo y encima no tenía abono transporte, pero lo hizo impulsado por una extraña fuerza superior a él; digamos que estaba escrito que lo haría así, y sin rechistar ¿Eh? No contenta la desconocida con hacerle apoquinar, le dio un viajecito de cuidado contándole que si bailaba muy bien flamenco, que fíjate lo que hacía su amiga la Vero, que si su perro Moe... En contraste con su amada que, delicada, sutil, ligera, roncaba estruendosamente babeando el cristal.

El castillo encantado se hallaba, como casi todos, en lo alto de una gran colina rodeada de acechantes peligros; y todos ellos se acercaban con la excusa de si tenías un cigarro. Finalmente, tras muchas vicisitudes y peripecias, llegaron al 2º B sanos y prácticamente salvos.

La fortaleza estaba dividida en dos alas; la majestuosa ala este que contaba con una habitación de matrimonio y el baño con ducha, y la impresionante ala oeste con el salón-comedor-sala de estar con sofá cama y cocina americana de butano. Se puede decir que era el típico castillo de cuento, común y corriente sin más; indistinguible de cualquier otro salvo por pequños detalles como que en el aseo el universo era digital y existían los valores absolutos, mientras que en la habitación era analógico y todo era relativo al observador. O sea, mientras estabas cagando existía la justicia como concepto puro, pero luego te ibas a acostar y ya dependía del caso.

Y luego estaba lo del segundo cajón del mueble de la cocina...

Como en todo castillo de cuento que se precie, habitaban en él mágicos y adorables personajes secundarios: 'Grasilla', la pizpireta mancha de aceitazo que vivía en la campana, y la graciosa y alegre 'Gotilla' que tenía fijada su residencia al lado de la taza del váter.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Cuento infantil: La rana azulgrana y el caballito nihilista (segunda parte)

Y el batracio tenía razón, como casi siempre. Mas cuando su irreflexivo dueño se disponía a reemprender la marcha se le acercó una persona que podría haber sido descrita como una chica por alguien poco detallista, o como una chica joven por alguien un poco más detallista, o como una chica joven y guapa con gafas por Arturo Pérez Reverte,  y se dirigió a él en tono jovial:

-Hola.
-Hola- dijo Segismundo con tono entre malvado y a ver qué quiere esta.

Pero la chica permaneció ahí parada sin decir nada más, así que el príncipe malvado tras dirigirle un media sonrisilla, reemprendió la marcha, algo extrañado, en pos de su amada.

A los cinco pasos se dio cuenta de que la chica le seguía a cierta distancia; una distancia prudencial de unos tres centímetros.

-¿Querías algo?
-No...

Así que Segismundo continuó... Y la chica.

-Oye, ¿Qué quieres? ¿Por qué te vienes conmigo?
-No sé...
-¿Cómo que no sabes?
-Pues no, no sé... Es que soy Alma, la sobrina de Javi.
-¿De qué Javi?
-Del escritor del cuento.
-¿Cómo?
-Javi, el autor del cuento, que es mi tío.
-¿De qué cuento?
-Pues de este, no va a ser de Caperucita Roja...
-¡Aaaah!- Dijo Segismundo convencido de que la chica podía ser una loca peligrosa -¿Y qué quieres, Alma mía?
-Es que no sé lo que quiero, me ha dicho mi tío que me iba a meter en el cuento y aquí estoy- dijo la chica con un acento extremeño/alcarreño que tiraba para atrás.
-O sea, que tu tío te ha enchufado en el cuento... Porque esto es un cuento ¿No?- Dijo Segis mirando lentamente alrededor.
-Hombre, llevas una rana que habla en verso en el bolsillo... Por cierto, me la imaginaba más azulgrana...
-Claaaro... ¿Y cómo acaba este cuento, me caso con una princesa?
-Pues no se sabe todavía, es que mi tío sólo ha escrito la primera parte. De momento sólo se sabe que eres malvado y que te has enamorado de una friki que te cagas.

Fue pronunciar esas palabras y Segismundo sintió una punzada en el estómago; eran los gases de nuevo. Al segundo se recuperó y maravilló ¿Cómo era posible que aquella chica supiera toda esa cantidad de detalles privados? No había duda de que tenía razón, aquello era un cuento y él era el protagonista. Fue más allá en su razonamiento: Contaba con la sobrina del autor, tenía que aprovecharlo...

-Oye, ¿Tienes el teléfono de tu tío?
-No, pero se lo puedo pedir a mi padre.
-Pero, te llevas bien con él, ¿No?
-Puufff, es que es un poco raro...
-¿Raro?
-Sí, siempre habla con palabras raras, y mira el cuento que está escribiendo...
-Pero es majo ¿No?
-Pichí pichá...

Nota del autor: Oye Alma Isabel, vale ya ¿No?

-Procrastinaremos entonces el tema autor y atenderemos lo más urgente; perseguir a mi amada.
-Jopeta, si va a ser autobiográfico...
-¿Cómo?
-Nada- sonrió Alma.

Y así lo hicieron los tres, con tan buena suerte que al doblar la esquina ¡ZAS! Allí estaba ella; etérea, resplandeciente, grácil, delicada, tirada en un portal echando la pota.

¿Es posible tener dos flechazos en un periodo de cuatro minutos? Pensable sí es, posible me parece que también, plausible, quizás, pero a Segismundo no le ocurrió. Como todavía le duraba el de la visión anterior, lo recuperó y se aferró a él.

-¡Oh, amada mía!
-¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Eres un ángel? ¡Te cambia de color la ropa!- Dijo ella visiblemente atribulada.
-Seguramente es presa de algún hechizo maligno...- Le comentó Segismundo a la rana y la chica que estaba allí por estar.
-Sí, del hechizo 'Amarillus de cannabis'- terció Alma guiñándole el ojo a Stoichkov, a lo que el anfibio recitó:

Disfrazadas porretas
potando sin pudor,
anuros poetas
y sobrinas del autor

Mi príncipe con gases
como él solo malvado
de grandes personajes
muy bien acompañado

Tragicómico y gordo
comienza sus andanzas;
BIENVENIDOS A BORDO
que rían sin templanza

Y el público la ovaciona puesto en pie, mientras el telón cae suavemente sobre el escenario. ¡No! No, perdón, que no es una obra de teatro... Es un cuento infantil.

viernes, 8 de octubre de 2010

Cuento infantil: La rana azulgrana y el caballito nihilista (Primera parte)

Érase una vez un despertador: ¡RIIING RIIING! y érase una vez un príncipe malvado que se levantó y sonrió malvadamente. Después se lavó los dientes malvadamente, se duchó malvadamente, se afeitó malvadamente y desayunó malvadamente.

En contra de lo que cabría esperar, ya no hizo nada más malvadamente en el resto del día; digamos que hizo cosas de forma neutra, y eso que todos los días solía montar en bicicleta impíamente y visitar perversamente a sus tías, que solían invitarle a pasteles que él comía nalevolamente, pero ese día no pudo hacer nada de eso porque fue a matricularse en Psicología por la UNED.

Se llamaba Segismundo y era un príncipe malvado, pero que muy malvado; vamos, de malvado que era, era tonto.

Hete aquí que el malvadazo del príncipe Segismundo tenía como mascota una rana; no una rana cualquiera, qué va, una rana azulgrana.

Aquel anfibio tenía una particularidad maravillosa: ¡La rana azulgrana hablaba en verso! Eso sí, sólo los días que jugaba el Barça. Decía además cosas muy interesantes, no daba puntada sin hilo. Era la rana azulgrana bastante objetiva, ecuánime y cabal en sus juicios, salvo en los referidos a Iturralde González, como es natural.

Solía viajar la rana azulgrana en un bolsillo de la camisa del malvado príncipe mientras este cabalgaba por las llanuras a lomos de blancos corceles o cogía el metro, y desde allí divisaba el mundo, reflexionaba sobre las más fundamentales cuestiones, e intentaba atrapar a alguna mosca de picoteo.

Aquel día jugaba el Barcelona contra el Valladolid, y Stoichkov, que así se llamaba la ranita, le dijo al príncipe malvado:

Segismundo, despistado,
la parada te has pasado.
Jugando a la PSP
las estaciones ni ves.
Con tanto Pro Evolution
tú ya no tienes solution.

- Tiene razón el bichejo, me he pasado de lista... tendré que bajarme en Goya e ir andando- pensó el malvado príncipe. Y así lo hizo, mas cuando subía las escaleras vio aparecer a lo lejos a una dama resplandeciente con un vestido rosa fucsia muy elegante, y un sombrero picudo rosa fucsia ligeramente elegante y unos zapatos de tacón rosa fucsia razonablemente elegantes y unos calcetines blancos de sport que arruinaban todo el conjunto. La misteriosa doncella portaba en su mano una varita mágica o quizá un pirulo tropical, no lo veía bien, pero estaba clarísimo que era una singular, extraña, rara y única hada, o una chica normal y corriente disfrazada de hada.

En aquel momento, Segismundo sintió una punzada en el corazón, como si una flecha lo atravesara; eran gases. Cuando se repuso y alivió, se dio cuenta de que estaba perdidamente enamorado de aquella ninfa que giraba la esquina y salió corriendo tras ella sin más.

Segis no estaba en una gran forma, a pesar de que había seguido un riguroso (y malvado) plan de entrenamiento echando carreras a liebres en las que intentaba andar lo más despacio posible. Se había sometido además a una estricta dieta a base de sopa muy caliente, caliente y en su punto, un pastel, y un tarrito de miel y de postre manzana envenenada, que le habían recomendado en el Natur House de la calle Hamelín. Pero por alguna extraña razón no lograba bajar de 140 kilos, bien distribuidos a lo largo de su imponente 1,55 de estatura, eso sí.

Su ligero sobrepeso le obligó a parar para reencontrarse con su resuello cuando llevaba recorridos unos diez metros, lo que aprovechó la juiciosa rana azulgrana para reprocharle:

Ya te has prendado del hada
mi enamoradizo dueño,
me parece una chiflada
más que una amante de ensueño

No perseguirla sería
mi amigo lo más prudente,
parece el tipo de gente
que acaba en comisaría

Pero por más que te diga
ya me ha pasado otras veces
no creo que yo consiga
que te muevas de tus trece

miércoles, 6 de octubre de 2010

Anything Disclaimer

Comentaros un par de cosas a los que leéis este blog:

1- Varios me habéis dicho que no hace gracia.

ESTE NO ES UN BLOG HUMORÍSTICO; las historias en él contenidas no pretenden ser graciosas. No sé por qué os habrá dado esa impresión.

2- Varios me habéis dicho que os parece una mierda y que no hay quien se lo lea.

ESTE BLOG ESTÁ PENSADO PARA QUE GUSTE DESPUÉS DE MUERTO SU AUTOR; lógico que ahora no os guste que todavía estoy vivito y coleando todo lo que puedo. Esperad a que me muera y si no os gusta criticáis.

El sentido de la vida - El Gran Retortijón (Parte IV)

El sentido de la vida es una película de los Monty Python; eso sí,  no la que usted cree.

Al final de la Era Ridícula Dios se apareció a la Humanidad para aclarar ciertos aspectos sobre la existencia; lo hizo en una rueda de prensa casi tan multitudinaria como las de Mourinho. La primera pregunta fue directa al grano:

Periodista: José Huete del diario AS; señor... Supremo Hacedor: ¿Cuál es el sentido de la vida?
Dios: El sentido de la vida es una película de los Monty Python.
P: Muy gracioso, Su... Su Majestad Celestial, pero la pregunta era en serio...
D: Y la respuesta también; en concreto, se trata de la película 'La vida de Brian' del año 1979.
P: ¿Cómo?
D: El universo fue creado expresamente para que se hiciera esa película.
P: Perdone, Su... Divina... Divina Excelencia, pero no entendemos nada...
D: A ver; a mí me gustaba esa pelílcula y creé este universo para que se hiciera, punto.
P: ¿'El sentido de la vida'?
D: No, 'La vida de Brian'.
P: Entonces, ¿El sentido de la vida es 'La vida de Brian'?
D: Sí, correcto.
P: ¿Todo el universo fue creado para que se hiciera una película?
D: Realmente hay algunas partes que se hacen un poco pesadas... Pero tiene unos puntos buenísimos, como el de Pijus Magníficus- Se ríe - ¡Qué bueno!