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viernes, 30 de abril de 2010

El porqué de por qué y el glorioso advenimiento

Llevaba una vida normal hasta que empezaron a visitarme unos ángeles camorristas. Como resultado de sus apariciones me hice discípulo de la personificación de Dios en la tierra, hasta que se metió en el Proyecto Hombre y me abandonó. Posteriormente estuve viviendo en un planeta fuera del sistema solar con unos seres de luz pretendidamente superinteligentes, que resultaron ser unos gilipollas de primera; y aquí estoy, nivel de inglés conversación. No, quizá no sea buena idea ser tan sincero de sopetón.

Sé que mi futuro depende en buena medida de esta entrevista y voy a dar lo mejor de mí. Si supiera con seguridad qué es 'mí' sería mucho más fácil, pero a estas alturas no estoy seguro de casi nada. Cuando uno ha tenido conversaciones con el Creador como la siguiente, se vuelve bastante inseguro:

Dios: -En verdad te digo que los contenedores de al lado de los Rodilla son un filón, mucha gente tira los sandwiches a medio comer- se introduce de cabeza en el cubo y las piernas le quedan colgando fuera. Al cabo de unos segundos se oye un grito; no se aprecia bien si es una voz sobrehumana o la resonancia del container -¡Hostia!
Yo: -¿Qué pasa, has encontrado uno de pavo?
Dios, descolgándose a duras penas: -¡Hoooostiaaaa!- me tiende un arrugado papel de periódico gratuito -¿Es verdad?
Yo, lo leo a media voz: -Belén Esteban se pelea con el jurado de...- soy interrumpido de inmediato por el Gran Hacedor.
Dios: -¡No, coño! La de más abajo.
Yo, vuelvo a leer: -'A punto de ponerse en marcha el Large Hadron Collider, en busca del Big Bang'... ¿Y?
Dios: ¿No te das cuenta? ¡Lo encienden mañana y no tengo nada preparado!
Yo, le miro con cara de incomprensión: -Bueno, ya creaste el universo...
Dios:- ¿Y?
Yo, dubitativo: -Pues que ahora se verá un poco mejor cómo lo hiciste...
Dios: -¿Qué coño... no ves que me lo voy inventando sobre la marcha? Joder, joder... A que tengo que crear el Bosón de Higgs...
Yo: -Pero vamos a ver, la... la física teórica...
Dios: -La física teórica me la paso yo por los cojones ¿No te das cuenta de la gilipollez que es? Si no tiene ningún sentido- se ríe -y lo de la cuántica, ahí sí que me pasé, iba de pacharán hasta las cejas ese día...
Yo: -Pero, entonces ¿Cómo funciona realmente el universo?
Dios: -Y yo que sé.
Yo: -Pero lo has creado tú...
Dios- ¿Cómo funciona la mierda que has cagado esta mañana? No ves que mis caminos son insondables... Cada cosa es cada cosa y punto. Vamos, que los átomos no existían hasta que me los inventé hace ciento y pico años.
Yo: -Pero las estrellas... La fusión... Su energía proviene de la fusión nuclear, y ya estaban allí millones de años antes...
Dios: -¡Pero qué dices! Si me parece que esto lo cree hace cinco mil años o así.
Yo: -Pero, los huesos de dinosaurio, el petróleo...
Dios:-¿Quieres dejar de decir gilipolleces? Esas cosas las suelo hacer cuando voy pedo para echar unas risas. Bueno, el petróleo lo puse para que con el tiempo inventaran los bolis Bic, que me molan mucho, sólo los de punta normal, los de fina no.
Yo: - Entonces, ¿La creación de verdad es la que aparece en la Biblia?
Dios:-No me la he leído ¿Lo de Adán y Eva, no? Pues casi sí, aunque también hay exageraciones; es que cuando hablaba con los evangelistas iba puestísimo, y a veces se me iba la pinza.- Mira al cielo pensativo -a lo mejor pongo una partícula exótica que contradiga la teoría estándar, sólo por joder. Luego me mola ver las explicaciones y las teorías... ¡No, mejor una dimensión extra o algo así!
Yo:-Esto es ridículo.
Dios: -¡Anda este! ¿Ahora te das cuenta? Estás dando vueltas a una bola de fuego sobre una piedra húmeda ¡Joder, qué gilipollez! si lo normal sería que no existiese nada ¿O no? Y ahora te asustas porque me voy inventando las leyes universales sobre la marcha, hay que joderse.
Yo: -Ay, del verbo aber es sin 'h'.
Dios:- Pues ahora por tocarme los cojones lo voy a poner con 'h' y vas a quedar como el culo con los lectores.
Yo: -Pero, ellos saben que es sin 'h'.
Dios: -Pues ahora van a saber que es con 'h' de toda la vida, te jodes ¿Qué dices que le pasaba a la Belén Esteban?

Y esa es la razón de que el verbo 'haber' se escriba con 'h', y por eso, como reminiscencia del pasado real, las personas que envían sms a los programas de televisión lo escriben invariablemente sin 'h'. Pero, calla, si no estaba contando eso... A lo que iba, como tenemos tiempo, empezaré por el principio, la historia comienza hace unos siete años; lo escribí todo en este diario:


I

A las seis de la mañana del pasado martes algo turbó mi plácido sueño, cuando recobré la conciencia tras unos instantes de estupor comencé a escuchar un sonido de timbales y trompas que resonaban a lo lejos, en el aire flotaba un agradable olor a rosas y, sorprendentemente, corría una fresca brisa por la habitación

La penumbra del cuarto comenzó a dejar paso a luminosos destellos en medio de una repentina y densa bruma. Presa del desconcierto, me quedé paralizado sentado en la cama cuando acerté a mirar hacia arriba para comprobar que donde antes estaba el techo ahora se veía un límpido cielo azul. Atónito, colegí que aun soñaba e intenté despertar, sin resultado. ¡Estaba despierto contemplando un fenómeno sobrenatural en mi propio dormitorio!

Sin saber cómo reaccionar volví a bajar la vista para descubrir la impresionante figura alada de quien identifiqué rápidamente como un ángel que se presentaba ante mí con toda su gloria. Su imagen resplandecía con una luz propia, de él parecía emanar energía, su augusta cara carecía totalmente de expresión. No sentía ningún miedo ante esta aparición aunque estaba absolutamente sobrecogido y emocionado. De pronto, su voz resonó con tremendo estruendo con unas palabras que jamás olvidaré:

¡TÚ! ¡TÚ, HIJOPUTA! ¡TÚ, HOLGAZÁN! ¡A TRABAJAR! ¡HOLGAZÁN!... ¡Y LIMPIA TU CASA! ¡HIJOPUTA! ¡ME CAGO EN TU PUTA MADRE!



II

Han pasado seis meses desde el primer episodio y ha vuelto a ocurrir. De nuevo el cielo en mi habitación, de nuevo el olor a rosas, a santidad, de nuevo el sobrecogedor espectáculo de una aparición angelical.

Lo había estado esperando, sabía que volvería a ocurrir y esta vez iba a pedir una explicación. Así que, sin mirar directamente a la serena cara del ángel hablé en un tono casi inaudible, las palabras apenas brotaron de mi boca:

-Gran Señor, ¿sois mi ángel de la…?- pero él no me dejó acabar y con una voz prodigiosa y divina, entonó un canto magnífico, que estremecía:

-¡HIJOPUTAAAAAAAA HIJOPUUUUUTAAAAAAAA!-

Entonces, su bella canción cesó y ambos nos miramos por unos segundos en silencio, fijamente, su rostro hierático e impasible. Fue un momento desconcertante, hasta que me decidí a hablar:

-Gran Señor, loado sea su nombre, ¿es esto algún mensaje que queréis trans…?- Por segunda vez fui interrumpido con un cántico, en esta ocasión mucho más potente y decidido:

-¡HIJOOOOPUTAAAAAAAA HIJOPUUUTAAAAAAAA!-

Se hizo el silencio.

Cantó una tercera vez:

-¡HIJOOOOPUTAAAAAAAA CABRONAAAAZOOOOO!-

En ese instante otras dos hermosas figuras aladas descendieron de los cielos y se postraron de rodillas a ambos lados del ángel cantor, componiendo una figura celestial. Así, los tres ángeles comenzaron una gloriosa ascensión dejándome otra vez conmovido y paralizado.



                                                            III

Por tercera vez ha ocurrido. Por tercera vez he sido testigo de la divina aparición. Esta vez todo un coro de ángeles hermosos, estremecedoramente bellos, se han materializado en el espacio y el tiempo para mostrarse ante mí.

He de decir que nunca he sido una persona muy religiosa, por lo que no llego a comprender por qué los ángeles han tenido a bien bendecirme con sus apariciones.

Pero lo que realmente no entiendo es el mensaje que me quieren transmitir, ya que en esta última visita estuvieron mucho rato arrojándome lo que, de no haber provenido de tan divina fuente, habría identificado como basura (huesos de aceituna, pañuelos de papel usados, alitas de pollo a medio comer y una lata vacía de aceite para el motor, entre otras cosas). Además, cuando les interpelé acerca del papel que me habían asignado en la misión divina y el motivo por el cual se manifestaban ante mí, profirieron los acostumbrados insultos subidos de tono.

Con mis rudimentarios conocimientos acerca de la religión creé un altar en el salón de mi casa donde ubicar las reliquias con las que me habían obsequiado los querubines, hasta que el olor que desprendían me obligó a retirarlas y arrojarlas, con el mayor de los boatos, a un vertedero.

Si la actitud de las criaturas angelicales ya me resulta extraña, los sucesos que han acompañado a las apariciones en mi vida cotidiana no lo son menos. Sin ir más lejos, ayer por la tarde caminaba por la calle cuando recibí el impacto de una manzana mordida.  Me quedé aturdido en medio de la acera y al girarme descubrí huyendo entre risotadas a varios individuos con sotana. Hace dos semanas tuve que salir corriendo para ahuyentar a unas monjas que estaban tratando de forzar mi coche, por mencionar otro de los extraños sucesos de los que estoy siendo pasivo protagonista.

Por si fuera poco, últimamente estoy recibiendo anónimos del siguiente tenor: “EL PAPA TE MANDA A TOMAR POR CULO”.
No diría que mi situación es desesperada, estoy más desconcertado que asustado, pero tampoco sé a quien acudir. No es probable que la policía se crea nada de lo que me está pasando, algo que ni siquiera para mí tiene ningún sentido. Obviamente, cualquier persona a la que acuda me tomará por un loco.

Claro está que yo mismo he llegado a plantearme si mi salud mental no estará en su mejor momento y seré presa de algún tipo de paranoia religiosa con manía persecutoria, pero los hechos están ahí: en su último advenimiento los ángeles me formatearon el ordenador, haciéndome perder todos los datos que en él había, y tuve que reinstalar el sistema operativo. Eso no pude hacerlo yo mismo en un arranque de locura, ya que, sencillamente, no sé cómo formatear un ordenador. Además, el otro día se presentaron en la puerta de mi casa cuatro repartidores de pizzas aduciendo que había encargado 20 de anchoas. Cuando llamé a la central para aclarar el asunto, el responsable de los pedidos me dijo que había llamado una mujer, por lo que, o mi distorsión de la realidad ha llegado a un grado supremo, o yo no pude haber efectuado ese pedido (dejando aparte el hecho de que no me gustan las anchoas).



                                                            IV

Se acabó, no soy un hombre que se alarme fácilmente, pero esta mañana me han pasado cerca varios rayos, y, por si fuera poco, cuando caminaba por delante de una iglesia, una gárgola se ha desprendido de la fachada y he salvado la vida por un pelo.

Las llamadas amenazadoras a mi móvil se suceden sin parar, y ayer entró por la ventana del salón un cocktail Molotov en una botella de Quina Santa Catalina que estuvo a punto de prender toda la casa. La situación se hace insostenible, lo que empezó con unos inofensivos insultos va camino de convertirse en un linchamiento.

Para colmo, ayer se presentó en mi casa el Presidente de la conferencia episcopal, Monseñor Rouco Varela, para confirmarme con muy malos modos lo que ya tenía claro: que el mismo Dios está detrás de esto. En un tono más que amenazador me gritó que me fuera preparando, porque no había visto nada de Su ira todavía. Acto seguido me escupió y se fue dando un portazo que casi arranca la puerta de los goznes.

Unos instantes después sonó el timbre de la puerta, era de nuevo el Cardenal, que se había dejado el paraguas y que le parecía un grandísimo hijo de puta; nuevo portazo.

No dejo de preguntarme por qué. ¿Por qué? ¿Por qué Dios quiere hacerme la vida imposible? Tratar de racionalizar la situación no sirve, los caminos del Señor pueden ser inescrutables, pero Su actitud conmigo no sólo desafía toda lógica, sino que sobrepasa con creces el acoso.






                                                            V

Llevo una semana sin dormir ni pasar por mi casa. Tengo miedo de quedarme solo porque los ángeles pueden aparecer en cualquier momento para darme una paliza.

Han sido jornadas largas y agotadoras vagando por centros comerciales de día y discotecas de noche. El martes tuve que esconderme de unos frailes que querían robarme los zapatos y azotarme en público. De no ser por mis tarjetas de crédito, me habría convertido en un desecho social, un auténtico vagabundo, y estoy a 60 euros de agotar los recursos.

Me encuentro al borde del colapso, pero creo haber hallado la solución a mis problemas. He llegado al límite tanto física como mentalmente, mas no me voy a derrumbar. Si Dios quería un Job moderno, se ha equivocado de pleno eligiéndome a mí.

Está decidido, voy a presentar batalla, Dios ha empezado la guerra y pienso aliarme con su peor enemigo, él ha de protegerme de la arbitrariedad del Creador, de sus sucios manejos.

Si Dios conspira contra mí, no me voy a quedar quieto esperando, voy a responder. Ojo por ojo…


                                                            VI


Ante mis nuevas perspectivas existenciales, he confeccionado un procedimiento para hacer el mal de manera coherente, basándome en las características que, a mi juicio, debe poseer un buen monstruo impío. Así pues, he clasificado mis nuevos comportamientos dentro de tres categorías, asignando un coeficiente de ignominia del 1 al 25 (siendo 1 mínimamente reprobable y 25 incalificablemente atroz).

De cada una de las categorías me he propuesto efectuar como mínimo tres acciones diarias que sobrepasen en total los 60 tantos.

Por ejemplo, perversidades correspondientes al 28 de mayo:

1- Comportamientos antisociales:

Esta mañana a primera hora he hecho mis necesidades en la puerta de una emisora radiofónica propiedad del obispado [12 puntos] justo cuando se disponía a entrar su comentarista estrella [3 puntos extra]. No contento con eso, les he enseñado el cimbel a unos monaguillos [15 puntos].

Como corresponde a mi nueva condición, estoy cambiando de vocabulario. A media tarde me he cagado en Dios siete veces [8 puntos] mientras visitaba el museo Reina Sofía (creo que en la exposición de Kandinsky faltaban obras importantes) pero luego cuando una señora me ha pisado en el metro le he sonreído y le he soltado un “no se preocupe” [-23 puntos]. Menos mal que he podido rectificar a tiempo y la he llamado “vieja zorra”, le he vomitado encima y le he robado el bolso [25 puntazos de vellón]. 

Con la pasta que llevaba la vieja zorra me he comprado un MP3 en el que he descargado, pirateada, la discografía completa de “Satannica” [5 puntos] más una canción de “Tam Tam Go” que me gustaba, la de “Voy cruzando el río” [-7 puntos].


2- Herejías, blasfemias, sacrilegios y otros:

Ya he empezado a adorar al Maligno sacrificando algún animal (a falta de algo más evolucionado, he pisoteado a dos cucarachas y le quité las alas y las patas a una mosca de las verdes. [Todo ello me ha reportado 2 puntillos].

Con objeto de conseguir un aspecto más perverso, me he tatuado a navaja cruces invertidas por todo el cuerpo y, ya puestos, me he hecho ateo (antes era sólo agnóstico) [17 puntos]. No ha sido fácil dar este paso del agnosticismo al más denodado ateísmo, pero lo he hecho porque puede molestar bastante, además, ha sido el mismo Dios quien me ha empujado a ello.

Tengo pensado violar también a alguna monja virgen (pero todavía no he visto ninguna que me guste) y un día de estos voy a echar el currículo en una inmobiliaria [7 puntos por la intención].


3- Otros:

En el Registro Civil me han convencido para no cambiarme el nombre (Francisco Javier) por Satanás Belcebú Pérez [0 puntos].

Tampoco he podido apostatar, ya que me niego a pasarme por una iglesia, y me han informado de que no se puede hacer por lo civil. No es que me hayan informado exactamente, pero al preguntar al funcionario de los juzgados dónde podía apostatar quería remitirme al hipódromo de la Zarzuela. Como ha resultado todo tan ridículo me he negado a encuadrar esta maldad en grado de tentativa dentro de la categoría 2 [1 punto].

De igual manera se han visto frustrados mis planes para fundar una secta satánica debido a los inabordables trámites administrativos (papeleo más difícil que matricularse en la UNED). La alternativa era darla de alta como Asociación Cultural Deportiva, pero no me ha parecido suficientemente inicuo [1 punto].


Balance del día: 66 puntos de vileza; aprobado por los pelos.


Soy un hombre nuevo, ahora me siento protegido, me siento poderoso, libre de las ataduras de la moral o la ética, las normas las dicto yo, y me limpio el culo con las putas Tablas de la Ley. Soy el auténtico Anticristo español.

                       
                                        VII

Parece que mi nueva estrategia da resultado, ahora Dios quiere mantener una entrevista conmigo, me da en la nariz que va a capitular y pedirme perdón. La verdad es que me alegro de que el desenlace de esta historia se acerque, porque encuentro la tarea de ser malvado bastante ardua.

Lo de la entrevista me lo ha comunicado el Arcángel San Gabriel (el hijo de puta que empezó con los insultos por fin se ha identificado) que se me apareció mientras estaba profanando tumbas en la Almudena (categoría 2 [25 puntos]). Si no es por su naturaleza inmaterial se habría llevado unas buenas hostias el muy cabrón. De todas formas me he despachado a gusto insultándole, porque él, esta vez, en vez de llamarme de todo me ha tenido que decir “Ave Francisco”, y yo le he respondido: “Ave Francisco… me cago en tus muertos”. Creo que le he hecho llorar.

A lo de la reunión he dicho que vale, que accedo a mantener una entrevista, pero en terreno neutral, y nada de aparecer en forma de paloma ni polladas de esas porque a mi las palomas me parecen ratas con alas y me puede pegar alguna infección el Espíritu Santo.

Como terreno neutral no se me ocurría ninguno (ya que Dios es omnipresente) he elegido el circuito de Cheste, en Valencia., por decir un sitio y ponerme chulito. Así que hoy es el día, ¡te emplazo, Señor de todas las cosas!

Hoy el Gran Hacedor tiene que darme la explicación y las disculpas que me debe, y no le va a salir gratis, puesto que como indemnización quiero que me sean revelados los porqués de la existencia y la respuesta a las grandes preguntas que la humanidad se plantea desde los albores de la civilización (por si se me olvida alguna, llevo escritas en la mano las más importantes).



VIII (MI PRIMERA ENTREVISTA CON DIOS)

Aquí me encuentro, ante la recta principal del circuito de Cheste y el momento más crucial de mi existencia, posiblemente, el más crucial de cualquier existencia, estoy a punto de ver a Dios, el Todopoderoso, Él.

El sol comienza a despuntar tras el graderío y sus rayos, aun tímidos, envuelven la figura sedente, contemplativa, de un hombre al final de la recta principal.

A unos segundos de la iluminación definitiva, a pocos metros de que la realidad absurda cobre sentido, comienzo a caminar firmemente hacia la figura. Tengo el vello de punta y fuertes escalofríos recorren mi cuerpo como descargas eléctricas desde mis sienes a la punta de mis pies.

A medida que avanzo, mi firmeza se desvanece, comienzo a temblar ligeramente y mis dientes castañetean, prácticamente estoy bañado en sudor frío. Mis ojos casi desbordados por lágrimas y mi respiración convulsa. Pero continúo moviéndome con el arrojo de la desesperación, con paso yerto, rígido y patético, como si balas invisibles me atravesaran las entrañas a cada pisada. Pero no cejo, sigo en pos del porqué, del sentido.

Avanzo. Es mi recta final hacia el entendimiento.

Poco a poco, comienzo a vislumbrar Su figura con más nitidez, empiezo a distinguir Su ropa, Su aspecto general, y ya entreveo Su cara, la cara de Dios.

Siempre había tenido la imagen de Dios como un venerable anciano canoso, con larga barba y hermosa melena, ataviado con una túnica de un blanco inmaculado, calzado con sandalias y de aspecto enjuto, pero amable. Qué equivocado estaba.

Barba sí tiene, pero de cinco días, bastante fosca, al igual que el pelo, sucio y descuidado, largo pero con grandes calvas. Su aspecto de inmaculado tiene más bien poco, de hecho, sería bastante acorde con la imagen que se tiene generalmente de un yonqui.

A juzgar por su comportamiento, no sólo es imagen, se trata de un drogadicto recién satisfecho. Me acerco poco a poco, pues, aunque sé que es el Dador de vida y Señor de todas las cosas, tengo cierto reparo instintivo hacia este tipo de persona.

-¿Eres Dios?

Sonríe con unos dientes marrones como la madera de aya (los que le quedan) y me mira con los ojos entrecerrados, se está desatando una goma del brazo, no cabe duda de que está muy colocado.

-¿Eh?

-¿Que si eres Dios?- digo alzando la voz.

-Yo soy el que soy… ¿Tienes un cigarro?

-No- le miro fijamente -¿realmente eres Dios?

-Que sí, cansao.

-No me lo creo. Si realmente eres Dios, haz un milagro.

El yonqui levanta un dedo mugriento y, repentinamente, el cielo se tiñe de rojo, un rojo intenso. Se queda mirando al dedo con cara de incredulidad y encoge los hombros. Acto seguido, ambos nos elevamos del suelo hasta una altura de unos veinte metros, permanecemos suspendidos, para mi asombro y se diría que el suyo.

-¿Lo ves?- dice triunfante, aunque se le nota algo inseguro. Al menos parece que se le ha pasado un poco el colocón.

Me postro ante Él, lo que me resulta muy difícil puesto que nunca antes había levitado.

-Muy bien, me imagino que me he sido convocado para recibir una explicación.
-¿Sobre qué?

-Sobre lo que me ha pasado últimamente…

-Pues no.

-¿Cómo?

-Que no.

-Entonces, ¿para qué me has hecho llamar?

-No sé, no me acuerdo.

-¿Cómo?

-Es por la heroína, ¿sabes? Se me olvidan las cosas.

-Pero… si eres Dios, entonces eres omnisciente… lo sabes todo…

-Sí, sí, pero yo soy la transfiguración humana, o como se diga. Vamos, una personificación de la deidad, con la memoria bastante jodida por todo lo que me he metido. Pero bueno, ¿qué quieres que te explique? A ver si te puedo ayudar.

Le cuento lo de las apariciones, las amenazas, los homicidios frustrados, etcétera, y Él comienza a reírse a carcajadas, hasta el punto de que se le saltan las lágrimas. Literalmente se descojona vivo.

-Joder, qué cabrones los ángeles y los curas- dice entre carcajadas –qué cabrones- añade.

Espero a que termine de reírse y le inquiero con un gesto.

-Pues no te lo puedo explicar… he debido de decirles que lo hicieran, pero no me acuerdo. El problema de esta gente es que, para ellos, lo que yo digo va a misa. Vamos, que se lo toman todo a la tremenda, seguro que mencioné algo sobre ti en alguna conversación y… pero bueno, yo estoy aquí y tú también, puede ser mucha casualidad, pero a mí me parece que es un designio mío y que todo ha sucedido de acuerdo con él.

-Pero ¿por qué?

-“¿Por qué?” Eso es lo de la causa y el efecto, eso es de aquí, de este piano.

Hago una seña como de que no entiendo nada.

-Escucha y atiende, porque sólo te lo voy a explicar una vez. Esto que te voy a contar es la verdad absoluta y última de la existencia, si no entiendes algo, voy muy rápido, o tienes que ir al baño, levanta la mano. Bueno, allá va:

Esto pertenece al Todo, el Todo es lo que hay y es el infinito. Está compuesto por infinitos infinitos que a su vez son infinitos, y en cada infinitud, existen infinitos pianos de realidad…

-¿Pianos?...- le interrumpo, Él me hace un gesto imperioso e inequívoco para que levante la mano. Le pido disculpas y así lo hago, entonces me concede la palabra. –No entiendo lo de los pianos…-

-Pianos... plianos…

-¿Planos?

-Eso… bueno, a partir de ahora los voy a llamar wiki wikis, para simplificar. El caso es que esos wiki wikis de realidad son también infinitos.

El infinito es y no es, existe y no existe a la vez, pero aquí parece que eso es imposible debido al tiempo. El tiempo es una ilusión que hace parecer imposible que algo sea y no sea a la vez. Es como el cine, los fotogramas van pasando y dan la impresión de continuidad. Te pongo un ejemplo, ahora ahí abajo hay un árbol, o sea, que en este pia… wiki wiki de realidad el árbol existe, si mañana lo talan,  para ti ya no existe. Pero, ¿y si no hay ahora? Si no existe el tiempo el árbol existe y no existe a la vez.

Pues eso es lo que hay, los fotogramas existen y no existen a la vez, porque el tiempo es una ilusión de este y otros wiki wikis, pero tú no lo puedes ver, porque en cierto modo tú eres producto de esa ilusión. Como si el actor en una película pudiera pensar por sí mismo al pasar la cinta, pero cuando ésta no se proyecta no existe su “yo”.

O sea, que lo que en realidad existe (y no existe a la vez) son los fotogramas ¿lo pillas?

-No…

Dios hace caso omiso y continúa:

-Todos los wiki wikis son producto de la naturaleza infinita del Todo, acto y potencia a la vez, ser y no ser al mismo tiempo.

Levanto la mano: -Pero entonces, ¿existe todo lo que se puede pensar?... quiero decir… existe cualquier cosa…

-Sí y no. Existe todo lo pensable y lo impensable, y no existe a la vez.

-Pero yo existo…

-Hostia, vaya un tío importante, ¡oh, el señor existe!- Dios hace reverencias exageradas con gran sarcasmo – cuidado, que el señor existe-

-Quiero decir que no puedo no existir a la vez-

-Tú existes ahora dentro de este wiki wiki, cuando mueras no existirás. Como el infinito es acto puro y potencia pura, existes y no existes. Mira, el Todo es todo, y eso incluye también la nada y la posibilidad del ser. Para ti esto es contradictorio porque el tiempo parece que ordena las cosas según un esquema en el que hay cosas que existen y cosas que no existen, cosas que pueden existir y cosas que no, suprime el tiempo de esa ecuación y obtendrás el Todo.

Reflexiono sobre este punto, lo que dice parece tener algún sentido, pero no acabo de captarlo.

-Verás, el infinito no puedes comprenderlo, de hecho, su infinitud implica que lo que te estoy contando es infinitamente cierto, pero también infinitamente falso. No sólo porque hay infinitos wiki wikis parecidos a este en los que no soy Dios realmente, sino porque hay infinitos wiki wikis en los que soy Dios realmente, pero no tengo ni puta idea de lo que digo, y así sucesivamente.

-Pero este es un… wiki wiki concreto, ¿en este es cierto?

-Bueno, este es un wiki wiki, pero también es infinito, así que infinitamente sí e infinitamente no. Quiero decir que cada diapositiva que forma la ilusión temporal es infinita, hay infinitas de ellas e infinitas nadas.

-Y… ¿todos los fotogramas acaban formando wiki wikis? ¿un fotograma puede formar parte de diferentes wiki wikis?

-Infinitamente sí y no. La ausencia de tiempo es equivalente a la eternidad en ese sentido, si tienes infinitos elementos y los combinas en un tiempo infinito a un ritmo infinitamente alto…

-Entonces, ¿no hay una inteligencia que rige todo? el Todo del que hablas no se puede racionalizar, es el caos en el que todo puede existir y existe ¿no tiene conciencia el Todo?

-Sí, claro que sí, y no, ni de coña. De todos modos, ten en cuenta que el concepto que tú tienes de lo que es ‘pensar’ incluye el tiempo: un razonamiento empieza (antes) y acaba (después), desde esa perspectiva como mucho podría haber una meta-inteligencia… -se queda pensativo- aunque sólo es una teoría…

-Pero… Tú eres omnipotente y omnipresente ¿no?

-Sí, sí, pero, a lo mejor hay alguien más omnipotente y omnipresente que yo…

-Pero… Tú eres omnisciente, lo que significa que conoces todo…

-Y dale con los omnis… se te ha olvidao decir que soy omnívoro, que como de todo. Hay que joderse, que venga yo y lo vea… infinitamente sí e infinitamente no.

Quizá debido a que mi mente no puede mantener las elevadísimas cotas de abstracción por las que transcurre nuestra charla, me dedico ya a valorar otro tipo de consideraciones  -O sea que las religiones están equivocadas, son una tontería-.

-De eso ni hablar, hay infinitos wiki wikis en los que cada religión es cierta ¿no has entendido nada?- Me sorprende la respuesta porque no había pronunciado el pensamiento en voz alta.

Estoy absolutamente desmoralizado, la verdad absoluta (al menos podría serlo según he  deducido) escapa completamente a mi comprensión.

Dios se ha estado liando un porro mientras hablábamos y me lo ofrece –por eso me he dado yo a las drogas, porque me parece todo una mierda-.

-Coño, ahora que lo pienso te podías hacer mi discípulo y seguirme y eso y escribir un evangelio o algo ¿qué dices?

Acepto el peta que me ofrece y le digo que sí, quizá ése sea el sentido de mi existencia después de todo.

-Felipe, vende todas tus pertenencias y sígueme- mientras pronuncia estas palabras un aura beatífica le ilumina y una luz cegadora brota de su mano extendida hacia el cielo.

-Maestro, me llamo Francisco y ¿por qué debo vender mis pertenencias?

-No sé, me lo he inventao porque se me ha ocurrido que podemos comprar bastante droga con lo que saques.

Descendemos al suelo y atravesamos andando la línea de meta, -¿de qué equipo eres?- me pregunta Dios.

Un momento, parece que vienen a buscarme para la entrevista, en cuanto acabe con ella continúo contándole.


IX LA ENTREVISTA DE TRABAJO


Nos disponíamos a darnos la mano cuando se oyó un sonido a lo lejos. Él se detuvo en seco y se puso a mirar al infinito, concentrándose en aquel sonido. Ambos nos quedamos clavados como estatuas, en medio de un incomodísimo ademán. Dos discóbolos absurdos plantados en la entrada de la oficina.

Poco a poco el sonido se fue haciendo más intenso de manera directamente proporcional a cómo se borraba de mi cara la media sonrisa. En unos cinco segundos fue evidente que se trataba de un helicóptero.

No éramos los únicos petrificados; la recepcionista permanecía inmóvil, congelada como si para ella no transcurriera el tiempo. El teléfono trató de sonar, pero ella lo desconectó al instante.

Incluso el tipo que estaba reponiendo la máquina expendedora de consumibles quedó extasiado, dentro de la oficina no se oía ni una mosca, todo el mundo parecía haberse sumido en un profundo trance.

Por algún motivo que yo desconocía, aquel helicóptero era de una importancia vital. No sabía cómo reaccionar: -Parece un helicóptero – dije en voz baja, casi susurrando.

-¡chssst!- el Director levantó la mano con un gesto imperioso para que me detuviera. La recepcionista me dedicó una mirada acusadora, entrecerrando los ojos. Permanecí incómodamente callado con la sensación de haber metido bien la pata.

Cuando ya no podía caber ninguna duda razonable de que era efectivamente un helicóptero, el director se dirigió a la puerta y gritó: -¡HELICÓPTERO!

Acto seguido, una avalancha de oficinistas se precipitó contra la cristalera de la recepción intentando ansiosamente encontrar el artefacto. Me sentía profundamente fuera de lugar y algo avergonzado por no saber a qué atenerme, pese a que ninguno de ellos había siquiera reparado en mi existencia, y eso que alguno prácticamente me había arrollado.

Tímidamente comencé a acercarme a la ventana, cuando me adelantó a toda velocidad un individuo encorbatado provisto de una silla de ruedas. El veloz discapacitado chocó violentamente contra sus compañeros antes de detenerse en una maniobra que cualquier kamikaze japonés se hubiera negado en redondo a ejecutar por temeraria. No obstante el tremendo golpe, nadie le hizo el menor caso.

El protagonista de la maniobra se dirigió a mi en tono apremiante y me espetó: -¡levántame, coño!- acompañando sus palabras con ostensibles gestos apremiantes. Reaccioné sin pensar y fui corriendo a levantarle. Ni siquiera me planteé que era absolutamente imposible para mi levantar un peso muerto de unos 90 kilos de imprudente minusválido, silla de ruedas excluida.

De repente, alguien señaló con el dedo y gritó: -¡ALLÍ!- en ese momento, se desató un estado de catarsis colectiva. Mientras tanto, yo hacía mi primer intento infructuoso por levantar al individuo, por el método de agacharme, fundirnos en un patético abrazo e intentar recuperar la verticalidad. Con esto sólo conseguí ponerme rojo y empezar a sudar.

-¡A CABALLITO!- gritó él con extremada urgencia. Me di la vuelta y me senté sobre sus rodillas, sin perder un segundo me rodeó con sus brazos cual pulpo que hiciera presa sobre un incauto cangrejo. A pesar de la imposibilidad momentánea de tomar aire, en un esfuerzo heroico logré despegar su cuerpo de la silla, aunque no pude ponerme de pie por completo, más que eso lo que hice fue tambalearme con la espalda completamente doblada hacia delante.

Estaba a punto de vencerme y caer de bruces, pero aguantaba deambulando con pasos erráticos por el hall. Mi jinete, que veía cómo me alejaba del objetivo primigenio, decidió tomar las riendas (literalmente) y me agarró por la corbata; -¡DERECHA! ¡DERECHA!- y acompañaba sus órdenes con fuertes tirones hacia el lugar indicado. Cada sacudida me hacía sacar un poco más la lengua pugnando por respirar.

Ahora puedo afirmar que esa leyenda que circula por ahí acerca de la manera de morir de los ahorcados es totalmente verídica. Pero yo no estaba en ese momento para concentrarme en erecciones involuntarias, más bien me centraba en sobrevivir a la asfixia. Mis denodados esfuerzos por conseguir aire culminaron cuando caí a cuatro patas y, como consecuencia del desplome de su montura, el sujeto soltó la corbata para aferrarse a mi pelo. Una bocanada benéfica de oxígeno puro anegó mis vías respiratorias al echar mi cabeza hacia atrás con el tirón de pelo, y de la misma manera que entró salió convertido en un grito tan espantoso que por un instante consiguió desviar la atención del helicóptero.

Al girar sus cabezas, los que podrían haberse convertido a corto plazo en mis compañeros de trabajo divisaron la siguiente composición:

El aspirante a técnico de Relaciones Laborales jadeaba con la lengua fuera, a cuatro patas, con la cara completamente roja y empapada en sudor, mientras era sodomizado por Mariano, el de Administración, que parecía haber saltado sobre él desde su silla de ruedas y le agarraba con saña del pelo. Y aquello parecía gustarle al candidato a juzgar por el bulto palpitante que sobresalía en sus pantalones.

-¡POR DIOS!- gritó el Director, -¿QUÉ HACEN?- si hubiera tenido suficiente resuello habría tratado de explicar algo, o al menos decir “no es lo que parece…”, pero, lejos de recriminarnos la orgía homosexual sadomasoquista, sus siguientes palabras me dejaron aun más perplejo:

-¡SE ESTÁN PERDIENDO EL HELICÓPTERO!- y dirigiéndose a una especie de armario de tres puertas con forma vagamente humanoide le ordenó: -Furgón, no se quede ahí parado, levántelo y sosténgalo en brazos-. Dicho esto, todos excepto Furgón volvieron a centrarse en el ingenio volador.

Le vi venir hacia nosotros con una determinación fuera de toda duda, como un terminator programado para ejecutar su misión, hubiera jurado que el suelo temblaba a cada paso. Aunque su mandíbula, y el resto de su abultado cuerpo me daba bastante miedo, me sentí aliviado porque pensaba que me iba a quitar de encima a Luis Astolfi II. Y sí lo hizo, me lo quitó de encima y lo depositó en el suelo a mi lado, para mi sorpresa. Después se giró hacia mí y, aparentemente sin esfuerzo alguno, me levantó en volandas desoyendo mis protestas. -¡Se refiere al otro! ¡Yo puedo andar!- grité con todas las energías que me quedaban, pero era inútil forcejear con aquella acémila, así que me abandoné a mi suerte en sus brazos.

Permanecí en esa posición sonrojante en brazos del geiperman durante más o menos un minuto eterno, siendo testigo de la emoción generalizada al observar cómo surcaba los aires aquel aparato. Intenté hacer caso omiso de Mariano que me imploraba desde el suelo que le ayudase a incorporarse trepando por la pierna de Furgón. Su gesto tratando de alcanzar mi mano me recordó vagamente la famosa escena de la capilla Sixtina, pero infinitamente más patética. Ya me resultó duro verle arrastrándose hacia el tumulto con desesperación sin que nadie moviese un músculo para ayudarle.

Sus conmovedoras súplicas, unidas a la impotencia y la tensión del momento hicieron que me derrumbase por completo y me echase a llorar como un crío. El Director reparó en mi reacción y, volviéndose hacia mí, puso una mano sobre mi hombro. En un tono paternal y emocionado me dijo: -Sí, sí, sí… ya lo sé-.

¿Qué coño sabía ese hombre? me pareció tan absurdo el comentario que mi llanto se cortó de raíz. No sé si mi cara reflejaba toda la extrañeza que sentía, pero algo debió de notarse porque el Director, malinterpretándolo, dejó de asentir y adoptó un gesto solemne y cómplice, me dio una palmadita y sentenció: - Bell two hundred and six Jet Ranger-.

Súbitamente, por algún motivo que yo desconocía, había empezado a hablarme en inglés. Sin salir de mi asombro traduje el mensaje en mi cabeza: “campana doscientos seis reactor guardabosques”. ¿Podía ser aquello más incoherente? le miré fijamente a los ojos mientras intentaba descifrar aquel código cuando me hizo un guiño y se volvió a girar. En aquel momento, todos los presentes me dirigieron miradas celosas, como si aquella jerga ininteligible que acababa de emplear significase que me había nombrado subdirector.

Intenté con todas mis fuerzas racionalizar la situación. Debía pensar con claridad, respiré hondo, “calma, reflexiona un instante” me dije a mi mismo, semejante retahíla de incongruencias debía de tener algún significado, no podía ser una sarta de estupideces inconexas sin más.

Al instante decidí que era imposible descifrar aquel galimatías y resolví centrarme en salvar la situación a partir de ahí, borrón y cuenta nueva. “Donde fueres haz lo que vieres”, reuní todo el ánimo que me quedaba y me dirigí a Furgón para intentar que me bajase: -swimming pool scissors one thousend and thirty policeman!- (¡piscina tijeras mil treinta policía!) le espeté en un tono rebosante de autoridad.

Dicen que los perros saben lo que les quieres decir por el tono que empleas aunque no puedan entender claramente las palabras. Pero mi valiente incursión en el surrealismo no tuvo los efectos deseados. Sin apenas inmutarse, el gigante habló para repetir palabra por palabra lo que había dicho el Jefe: -Bell two hundred and six Jet Ranger- y añadió: - el que tú dices no existe - para volver a mirar al cielo como un robot.

Durante unos segundos la sinapsis fue frenética en mi cerebro y entonces caí, ¡era el puto helicóptero! El hombre había pensado que lloraba por la emoción de contemplar ese modelo concreto.
Entonces, como parte de aquel torbellino de emociones en el que estaba inmerso, no pude reprimir una sonora carcajada ante el demencial equívoco. El Director de nuevo observó mi reacción y me volvió a guiñar un ojo: - no se ven muchos de esos ¿eh? -. Nuevas miradas de pura envidia me hicieron bajar la vista, y aquello fue a peor, porque mi mirada se encontró con la de Mariano que, sin emitir sonido alguno me dijo, vocalizando perfectamente: -PE – LO – TA-.

Traté de pasar aquel mal trago de la forma más digna posible, traté de pensar en otro lugar, evadirme de algún modo y huir mentalmente de allí. Los últimos cuarenta y cinco segundos habían sido los peores de mi vida, aquello era demencial.

Cuando el ingenio volador no era más que un punto imperceptible perdido en la lejanía, todas las cabezas se tornaron hacia el Director, cuyo gesto de satisfacción era patente. Tras un instante de absorta complacencia murmuró: - a trabajar- y todos los presentes se giraron al unísono como movidos por un resorte.

Por supuesto, ese ‘todos’ incluía a Mariano, que se arrastraba en dirección a su silla, y a Furgón, que me llevaba en brazos hacia su lugar de trabajo. Antes de que yo pudiera reaccionar para protestar, escuché las palabras mágicas: -suéltelo Furgón- y fui depositado suavemente en el suelo.

Cuando me levanté de allí mi imagen era poco menos que lamentable; sudaba abundantemente, estaba completamente descamisado, la corbata colgando por la espalda, peinado estilo Earl Hickey… un espanto absoluto. –Discúlpeme un segundo, pero tengo que ir al baño…- y me dirigí hacia los lavabos haciendo acopio de toda la seguridad en mi mismo que aun conservaba (poca), era el momento de respirar un segundo y reconducir aquello. Pero no, no iba a ser tan fácil, aquel hombre se me abalanzó como un león sobre su presa, o como una sepia, me agarró fuertemente por el codo, acercó su cara a unos 7 milímetros de la mía, invadiendo salvajemente mi espacio vital, y me susurró: - ya habrá tiempo para eso luego, hijo- y me arrastró hacia su despacho.

No habíamos hecho más que sentarnos cuando se asomó a la puerta un hombrecillo minúsculo, desangelado y bastante retráctil, que musitó:

- Ya… ya hemos acabado de… ya hemos… terminado el tema de lo de…
- ¡De lo de qué!- gritó el Director.
- Lo de…- Me miró de reojo, se le notaba incómodo con mi presencia – el regalo…-
- ¡PERO TÚ ERES GILIPOLLAS! ¡PERO TÚ ERES GILIPOLLAS!- el Director estaba rojo de ira -¡PERO TÚ ERES GILIPOLLAS! ¡DIJE CLARAMENTE QUE NO HICIERAIS NADA!

¿Cómo podía insultarle de esa manera? Aquel tío estaba realmente loco, nadie merece un trato así.

- Pero… usted dijo que era ineluctable que se hiciera…
- Pues claro que es ineructable… si digo que es ineructable que algo se haga ¿qué coño crees que quiero decir, gilipollas?
- Ineluctable… no se puede luchar contra…
- ¿Ineluctable? ¡Yo dije ineructable! ¡Dije que no se podía digerir que se hiciera! Ineluctable… ¡Ineluctable! ¡Esa palabra no existe! ¡Gilipollas!

No podía creer lo que estaba oyendo, tampoco sabía dónde meterme, ni hacia donde mirar. Pero ahora no era el que peor lo estaba pasando, el homúnculo parecía menguar por segundos, llegué a temer que alcanzase su radio de Schwarzschild y nos absorbiera.

-¿Qué coño le has mandado?- parecía que había terminado, pero no- ¡Gilipollas!
-Un… un… exprimidor- las palabras apenas llegaron a brotar de su boca.

El Director habló de forma más pausada, pronunciando cada sílaba: -Has intentado sobornar a un inspector de trabajo con un exprimidor- respiró hondo y añadió gritando: -¡GILIPOLLAS!- acto seguido se levantó e hizo como si fuera a pegarle un puñetazo al humanoide, pero no lo hizo, en lugar de eso le abrazó y le susurró algo al oído. Después me sonrió y se lo llevó a unos metros del despacho.

Desde mi posición apenas se les veía, pero no me resistí a asomarme a través del estor; en este punto, mi capacidad para sorprenderme había decrecido enormemente, pero lo que contemplé logró llevarme a cotas desconocidas para mí dentro del universo sorpresivo. El Director se había arrodillado e histriónicamente había comenzado a gritar con una voz que habría hecho parecer a cualquier cantante de trash metal un niño cantor de Viena:- ¡NO ME ACUERDO DEL COLOR DE LOS OJOS DE MI PADRE!- lo repitió varias veces.

Regresó al despacho descompuesto y se tiró sobre su butaca. Durante cinco minutos estuvo haciéndome las típicas preguntas de entrevista y fue tomado apuntes sobre cada una de mis respuestas. Eso habría sido normal si no hubiera empezado por:
-¿Cuánto quieres cobrar?-
Y acabado por:
-¿Has encontrado mucho tráfico al venir?-
-No, he venido en metro-
-¿Y has podido aparcar bien?-
Realmente no parecía prestarme ninguna atención.

Al cabo de un minuto escribió algo en el mismo papel que había utilizado para tomar apuntes sobre mis respuestas y me lo tendió; -hablemos de dinero-. Cuando me disponía a cogerlo me lo quitó repentinamente y volvió a escribir. Me miró con ojos de niño travieso y media sonrisa y escribió nuevamente.

Antes de mirar la cantidad, no me resistí a echar un ojo a los comentarios que había apuntado sobre mí. Para mi sorpresa, en el papel estaba escrito:

‘Haz el favor de cuando cagues abrir la ventana del baño’
‘Haz el favor de no cagar y dejar la ventana cerrada del baño’
‘Haz el favor de abrir la ventana cuando cagues en el baño’
‘Cuando cagues haz el favor de abrir la ventana del baño’

Volvió a arrebatarme el papel con un movimiento felino, con la distracción no había podido ver la cifra.

-Escucha hijo… ¿qué crees que es lo primero que vas a oír cuando entres aquí?- me miró con cara de interesante –te lo voy a decir; no, mejor te lo voy a contar:

Hace cuatro años yo era el Jefe del Departamento de Selección; en aquella época tuve que seleccionar a un Relaciones Públicas, y vaya si lo hice. Seleccioné al mejor Relaciones Públicas que había en el mercado. ¿Crees que tenía experiencia? cero, no había trabajado en su vida, ¿estudios? No tenía ni la ESO, pero en cuanto le vi entrar por la puerta me dije: ‘Este tío es un Relaciones Públicas como su puta madre’, y no me hizo falta hacerle ni entrevista… no me hizo ni falta hacerle entrevista… no me hizo falta ni hacerle entrevista… ¡contratado! ¡Con un sueldazo de tres pares de cojones! –Se repantingó orgulloso en su sofá- Luego resultó que el cabrón era autista. ¿Tú cómo llamarías a un seleccionador que contrata a un Relaciones Públicas autista?-

-Incompetente- pensé yo.

-Valiente; un profesional que se arriesga… en definitiva, un triunfador… y aquí me tienes- Se levantó de un salto y se señaló a sí mismo como si acabase de marcar un gol. –Pues a algún hijo de puta eso le parece motivo de chanza-.

En ese instante alguien llamó enérgicamente a la puerta del despacho, que había estado abierta desde el principio de la entrevista. Ambos desviamos la mirada para encontrar a una chica de unos 20 años con un aura inconfundible de ser nueva en su trabajo. La joven vestía un uniforme verde de esos que pretenden de una forma poco menos que grosera dar apariencia de asépticos. Al no haber ningún quirófano cerca ni ser carnaval, era evidente que se trataba de personal de limpieza.

- Limpieza- dijo ella escondiendo el chicle en algún rincón de su boca.
El Director la miró de arriba abajo con un descaro que me incomodó bastante. Esta maniobra le llevó al menos cinco segundos, que para mí fueron años. -¿Eh?- inquirió.
-Buenas, ¿Paso a recoger la papelera?
El hombre ladeó la cabeza y la imitó mirándome. Ella enarcó las cejas sorprendida y retomó la masticación.
-¿Cómo te llamas?-
-Noelia- contestó ella sonriendo.
-Noelia ¿no?... tengo yo una amiga que se llama Noelia… me la follé anoche- soltó una sonora carcajada y me guiñó el ojo. Yo no sabía dónde meterme.
-Pues que le aproveche- respondió ella sin perder la calma.
El tipo estaba llorando de risa y yo debía estar azul, creo que intentaba desaparecer en la silla.
-¿Tienes novio, Noe? Porque me parece que aquí tienes un candidato ¿Eh? ¿Eh?- Ya, lo que me faltaba para el colapso absoluto.
La chica se dirigió a mí:-¡Qué poca vergüenza! ¡Lo llevas claro!
-Pero… yo no…no…- balbucí.
- Tú tranquilo que a esta te la acabas trincando, ya lo verás- Se levantó y gritó por encima del hombro de la chica:-¡UN APLAUSO PARA LA PAREJITA!
Todos empezaron a aplaudir. La chica estaba claramente enfadada ¡conmigo!
-Que yo no…- pero ella me cortó –pues a mi novio no le va a hacer gracia… Y me parece que está llegando…- Justo en ese instante comenzó a escucharse a lo lejos el sonido inconfundible, grave y fantasmal de uno de esos coches al que, tras haberle colocado altavoces hasta en los ceniceros, su dueño lo pasea con las ventanillas abiertas independientemente de la estación del año, con el volumen tan alto que para medir el sonido resultante ha de hacerse en megabelios, reproduciendo ‘temazos’ que perfectamente podrían llevar por título ‘Tren frenando’, ‘Gato en trituradora’ o ‘Sonata para martillo picador en Re menor’.
Asomé la cabeza por la ventana y mis temores fueron creciendo exponencialmente; un SEAT Ibiza… amarillo pollito… con faldones… con un alerón que impediría al vehículo entrar en cualquier garaje… conducido por un tipo de cabeza rapada… gafas de sol… plumas sin mangas… cadenas gold filled y anillos estilo sello… ¡Ay Dios!

lunes, 5 de abril de 2010

Mariluz, los gemelos y el gato

Había una señorita llamada Mariluz que viajaba más rápido que la luz; salió de casa una noche y regresó al borde del coma etílico y sin bragas.
Conocido también es el caso de los dos gemelos, de los cuales uno partió de la tierra en una nave espacial que viajaba cercana a velocidades lumínicas. Cuando regresó, en la tierra habían pasado diez años y su hermano le echó una bronca tremenda porque se había llevado su jersey favorito sin pedir permiso. Paradójicamente ni le había dado tiempo a ponérselo de toda la ropa que llevaba, por no mencionar que  la nave mantenía una temperatura constante de entretiempo.
No sólo eso, al partir se había dejado un gato dentro de una caja que nadie podía determinar si estaba muerto o no, pero a los dos meses olía que no había Dios que se acercase. Tanto era así, que el gemelo bueno y Mariluz tuvieron que tirar la caja al mar.
Con el tiempo, la caja se coló en un puerto a través de una de las dos rendijas que había para entrar y acabó chocando con un barco llamado 'Interferencia'. El golpe fue tan fuerte que vino hasta el patrón de interferencia ¡Y sólo había una caja!